¿Alguna vez te has preguntado
cuál es, realmente, la utilidad de una tarjeta de presentación? Comúnmente
cuando entramos a laborar a una empresa nos dan un juego de tarjetas que nos
identifican como parte de su estructura, señala el nombre de la empresa, nuestro
nombre, nuestro cargo y los medios de contacto disponibles. Es un instrumento
muy utilizado en las juntas a las que asistimos, y sin embargo, nuestra tarjeta
dice más por su material, su terminado y el manejo que hacemos de ella, que
toda la información que pueda contener.
Si bien para muchos empresarios
las tarjetas de presentación significan un gasto constante y deciden invertir
lo menos posible sin prestar demasiada atención a la calidad, una tarjeta de
presentación es justamente eso: la imagen corporativa de tu empresa y de ti. El
material, la tipografía, la composición, los colores y el terminado dan mucha
información sobre la filosofía de cada empresa, y de quién la porta. Entre más
cuidado se tenga en cada detalle, mayor es la importancia que la empresa da a
la calidad, y por lo tanto es confiable. Si se entrega una tarjeta de
presentación de baja calidad, el mensaje
que se proyecta es que a la empresa no le interesan sus relaciones públicas.
Por otra parte, hay un protocolo establecido para entregar una tarjeta de presentación: justamente cuando hemos
entrado a la oficina de nuestro anfitrión y nos ha ofrecido asiento, es cuando sacamos del tarjetero nuestra tarjeta
de presentación y se la damos; él deberá recibirla, revisarla y ponerla frente
a él sobre su escritorio, de tal manera que le permita identificarnos para
llamarnos por nuestro nombre. De igual forma, él nos proporcionará su tarjeta,
la revisaremos como un acto de cortesía, y la guardaremos en el tarjetero, a
fin de que él pueda ver que la
conservaremos en un lugar especial.
Los detalles hacen la diferencia.
¿Qué dice tu tarjeta de
presentación?
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