Nuestra historia como país está
plagada de traiciones, de dulces mentiras que pretenden alimentar un
patriotismo mal entendido que nos lleva a conformarnos con un pasado glorioso
de héroes, de grandes hazañas y que nos envuelven en una nube tóxica que nos duerme
y nos hace víctimas de nuestra propia apatía.
Minimizamos los verdaderos
asuntos relevantes que se presentan delante de nosotros, haciendo gala de un
buen humor y reduciendo todo a un chiste, pero la gravedad es tal que debería
ser una bofetada que nos despertara para hacernos comprender que lo relevante
no está escrito en la historia novelesca, sino delante de nosotros, esperando a
convertirse en un capítulo edificante en nuestra biografía nacional, superando
la inmadurez que nos ha caracterizado y confrontar con valor la situación
política, social, cultural y educativa que cruzamos.
SE BUSCA 60 MDP RECOMPENSA |
El tema que en estos días ocupa
los encabezados de los principales periódicos de nuestro país es la fuga del conocido capo del narco, El Chapo Guzmán. El hecho deja lastimada severamente
la credibilidad de la imagen del Estado mexicano, pero también pone de
manifiesto el poder de la corrupción, la ausencia de valores y la discrepancia
de intereses en las altas esferas. Para algunos este hecho es un motivo de
alegría por cuanto exhibe la ineptitud del gobierno, pero no meditan sobre el
grado de inseguridad en el que vivimos. De forma paralela, nos sentimos
indignados porque un magnate estadunidense se atrevió a expresar su rechazo por
los “mexicanos” que viven en su país, tildándoles de parásitos sociales. Las
respuestas de personajes como Eugenio Derbez y la postura de ciertos consorcios
comerciales al respecto nos llenan de alegría y alivio, sin embargo, las
palabras de Donald Trump no pueden afectarnos de forma tan severa como nuestra
apatía ante hechos tan alarmantes como la fuga de un delincuente cuyo calibre
le coloca entre los enemigos públicos más buscados a nivel mundial.
La forma en que se maneja lainformación de la fuga de este capo resulta absurda, irrisoria, dejándonos ante
una encrucijada: no saber si reír por las explicaciones tan carentes de sentido
y realidad, o sentirnos agredidos por la manera en que insultan nuestra
inteligencia. Pero más allá de esta farsa hay una lectura que debería
preocuparnos verdaderamente: nos saben tan despreocupados de nuestra vida
nacional que pueden darnos explicaciones incoherentes que si bien no creemos,
tampoco las rechazamos ni exigimos una respuesta comprometida por parte de las
autoridades que ofrecen darnos un mejor país, “moverlo” a la prosperidad y
darnos certeza en nuestro desarrollo.
Continúan los muertos, las
venganzas entre los grupos del crimen organizado, la corrupción en altas
esferas y la nula preocupación por las bases que dan sentido, fuerza y poder a
una nación: la educación. Pero mientras no toquen nuestros bolsillos, todos
estos problemas sólo son un buen tema de sobremesa para la hora del café.
¿Qué sucederá cuando no tengamos
la estabilidad necesaria para que este país llene nuestros bolsillos y no
tengamos ocasión para platicar sobre nuestros problemas en torno a un buen
café? ¿Cuándo tomaremos nuestro lugar como sociedad para decidir nuestro rumbo
nacional exigiendo transparencia y sanciones ejemplares para aquellos
funcionarios cuya corrupta conducta les convierte en traidores a la patria?
¿Hasta cuándo dejaremos de ser cómplices?