Esto sucede cada cuatro años, así
que bien vale la pena prestarle atención y compartir las reflexiones que
surgen: el Mundial de Fútbol. Este evento confronta a las naciones
participantes por la supremacía en la cancha de juego, pero en cada partido no
sólo se juega con la pelota, sino que intervienen muchos elementos que integran
la cosmovisión de cada país, de cada sociedad.
Hay potencias que, por tradición,
son temidas, pues es conocida su pasión por el juego que llevan a cabo, el
interés común les mueve y les permite levantar el trofeo que les significa ser
los campeones del mundo. Esa pasión no siempre es llevada a vida como nación,
pero sí en las diferentes áreas de la vida en común, como nación y como
individuos. Así vemos a un Brasil que, llevado por su intensidad, hace de cada
partido una mística danza que puede hechizar a sus contrincantes. Los países
europeos tienen una visión más uniforme, más organizada que les permite obtener
mejores resultados, pero también llevan una fuerte carga de pasión por su
juego, por su nombre y por su país.
Los países africanos, por su parte, son
poseedores de grandes ventajas físicas que les daría casi por lógica la
victoria en la competencia, pero su fortaleza no tiene un buen timón, así que por
la falta de disciplina les resulta casi utópico poder ganar un torneo de este
calibre. En contraparte, durante esta edición hemos podido ver el desempeñojaponés, un país que se caracteriza por un espíritu de lucha, de esfuerzo y detenacidad, una disciplina férrea que les ha sido útil para sobreponerse atremendas desgracias, con gran estoicismo; sin embargo, su disciplina notermina de acompañarse por la pasión del fútbol. Técnicamente hacen lo
adecuado, sin embargo, pareciera que no logran empatar esa destreza de
movimientos con la intensidad de los sentidos, de las sensaciones y de los
sentimientos que genera el fútbol.
De alguna manera, el fútbol
canaliza la naturaleza bélica del ser humano, al igual que otros deportes. Como
cualquier batalla es necesario tener un por qué luchar, el galardón debe tener
un significado. Para vencer esta justa es indispensable la razón para analizar
los escenarios, calcular los recursos que se tienen y visualizar el resultado,
pero también es necesario contar con la voluntad, la disciplina, la tenacidad,
la determinación y la capacidad de trabajar en equipo. Finalmente, el corazón
también interviene porque es el que pone la emoción a cada acción, es la fuerza
que hace posible que la técnica funcione en tiempo y forma.
Cada selección tiene su propia
forma de jugar al fútbol. Nadie puede decir que sea correcto o no, porque los
resultados son los que hablan. No hay una receta para meter goles, ni para
ganar campeonatos, pero sin duda sí hay elementos que deben estar presentes para
ganar ¿La medida? Cada cual sabrá ponerla.
Para ganar tus batallas, elige el
galardón que persigues, conoce a tus adversarios y asegúrate que en tu corazón
arda la llama ardiente de la pasión, para que tus estrategias sean tan
efectivas como tus sueños lo requieren.